Joaquín Pardavé fue don Susanito Peñafiel y Somellera, uno de los grandes artistas del teatro y del cine mexicanos. Fue guionista, director, actor y compositor, pero sobre todo uno de los rostros imprescindibles de la cultura nacional. Su rostro bonachón ocultaba a un director disciplinado y a veces malhumorado que logró varias de las cintas más recordadas de nuestro cine: Los hijos de don Venancio (1944), El barchante Neguib (1946) y El casto Susano (1954), entre otras. Pero no es tan sabido que Pardavé fue asimismo el autor de varias de las canciones mexicanas más conocidas.

Pardavé nació en el seno de una familia dedicada al teatro, de ahí que no sea extraño su dominio de la escena y la musicalidad que lo caracterizó. Aunque tocaba el piano de manera muy elemental, tenía un notable talento para las melodías y las letras. A los 16 años escribió su primera canción. Más adelante, hizo pareja cómica con el conocido actor y empresario, el Panzón Soto. Sus canciones se hicieron populares en las obras teatrales en las que participó. De la segunda mitad de los años 20 datan canciones como Varita de nardo, Ventanita morada, Florecita de retama y Caminito de la sierra, entre otras. Más adelante, inspirado por los boleros de Agustín Lara, compuso canciones como Falsa, No hagas llorar a esa mujer y la internacionalmente conocida Negra consentida. En el cine se caracterizó por sus películas sobre la migración (libanesa y española), la nostalgia del Porfiriato y la moralidad familiar. Murió de un infarto a los 55 años. Durante mucho tiempo se ha dicho que fue enterrado vivo, sin embargo, se trata solo de una leyenda pues sus restos jamás ha sido exhumados.

Además de las canciones mencionadas hay que recordar La Panchita, famosa por la interpretación de Lucha Reyes. Han sido sus mejores intérpretes: Juan Arvizu, Guty Cárdenas, Luis G. Roldán, la Chacha Aguilar, Blanca Ascencio y Carlos Mejía, quienes estrenaron sus canciones a mediados de los años 20 y a principios de los 30.